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LA CHINA POBLANA

Un verdadero encuentro con una tradición viva se da cuando se para frente a nosotros una mujercita enfundada en el traje más representativo de nuestra nacionalidad como lo es el atuendo de la China Poblana. Muchos mexicanos se preguntan y si es china, ¿porqué poblana? ¿será china de la china, será china del cabello o será “china de no peinarse como decía mi papá”? Pues va de historia:

Una de las leyendas que explican el origen de este traje se da por el año de 1613 cuando una niña de nueve años, hija de un potentado oriental, el Gran Mogol, fue raptada en Delhi, India, por una gran banda de piratas portugueses que sin respetar jerarquías ni situación económica o social llegaron al ataque de la ciudad y se la llevaron con ellos. Finalidad: venderla como esclava. Fue llevada a la costa Cochin, también llamada Cochinchina por las tierras de Malabar. Allí fue bautizada por misioneros jesuitas con el nombre de Catarina de San Juan.

Su vía crucis continuó y en el mercado de esclavos de Manila, fue comprada por el agente del capitán español radicado en Puebla, Don Miguel de Sosa. Fue llevada a Acapulco en el año de 1625. Catarina de San Juan vivió en la casa de la pareja que la compró, el capitán Sosa y su esposa Doña Margarita; y al morir sus amos, pasó a propiedad del sacerdote Pedro Suárez y con él llevó una vida de convento, como una auténtica novicia.

Fue casada con un esclavo chino de origen filipino, pero con el acuerdo de camas separadas porque con el espíritu religioso que la invadía quiso conservar su virginidad. Pasado el tiempo enviudó y se cambió a un pequeño aposento de vecindad donde vivió una existencia de oración, penitencias y ayunos. Tuvo varias visiones; veía ángeles y al mismo Jesucristo.

Una ocasión, cuenta la leyenda, que tras el ayuno, Cristo se le apareció sentado ante la mesa poblada de exquisitas viandas y le dijo:

_ “Quiero que comas conmigo…”

Ella le contestó: _Yo, Señor, de tales mercedes no merezco. ¿Qué dirán si saben que una bozal china, que un caballo, ha comido con vuestra Divina Majestad? Vuestro convite es muy bueno, pero para los justos; no para una bestia pecadora como yo.

Hasta su muerte, tuvo visiones, realizó milagros y profecías. Fue enterrada en la Iglesia de La Compañía y se colocó en su tumba una lápida donde se le reconoce como la virgen Catarina de San Juan.

Bueno, ¿pero qué tiene qué ver esta austera y santa mujer con la tradición de la china poblana de vestidos profusamente enchaquirados* y lentejueleados*? Nada... Aquí solo se habla de la primera mujer a la que se le llamó “La China Poblana”. La verdad histórica es que se le llamó “china” a toda mujer joven y de origen pueblerino; aquellas que se esmeraban en decorar vistosamente sus blusas y vestidos con bordados y mil cuentas de colores.

La china se encontró por los pueblos de la capital de La Nueva España, por Oaxaca, Jalisco y Puebla. La china que más prevaleció y llamó la atención por sus adornos fue la joven poblana. Pero cabe aclarar que poblana, no angelopolitana. La mujer de la Puebla de los Ángeles se consideraba de alta “alcurnia”; y sólo eran chinas las mujeres de bajo estrato social (según convicciones de la época). Por eso, el Cronista José María Rivera escribió:

_ “¡Fuera la gente de alto rango, fuera las majas y manolas de España y las grisetas de Francia!; porque ahora sale mi china: esa hija de México, tan linda como su cielo azul. Aquella que apenas tiene 23 años y ya tiene 28 amantes, incluso el tendero y el hijo del inspector. No conoce el corsé porque piensa que es un objeto de tortura. El fuerte de la china es su aseo y tanto en su personita como en su atuendo, presenta la mayor limpieza tanto en el vestido como en su interior; cosa que no sucede con otras evas.

Así pues hay dos versiones de la China Poblana: la china que llegó de oriente y la china, mujer de pueblo, mujer ranchera, mujer de origen popular que gustó de arreglarse con coquetería juvenil.

Usted: ¿cuál china cree que es la verdadera?

*De chaquira y lentejuela. Cuentas decorativas.

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