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EL ESPEJO

Quebrar un espejo es señal de mala suerte; te esperan siete años de desgracias. Esta creencia nos viene de hace más de dos mil años, cuando griegos y romanos le dieron al espejo poderes sobrenaturales.

Se creía que en el espejo podía reflejarse el futuro y esto fue el origen más tarde de la bola de cristal.

Se creía que un enfermo grave no debía verse en un espejo pues es una ventana por donde podía escapar su alma.

Se pensaba –y se piensa- que un espejo puede funcionar como una puerta dimensional por donde pueden asomar demonios y malos espíritus.

Hay una vieja conseja que dice que si una noche, a la luz de una vela, te quedas viendo fijamente y sin parpadear en un espejo, pronto te empiezas a ver un rostro diferente: te empiezan a aparecer bellos por todo el rostro y tus facciones se deformarán a rasgos envilecidos o francamente monstruosos. No lo intenten...

Se cree que cuando una persona está profundamente dormida, si a las doce de la noche se le pone un espejo en la cara, se reflejará su verdadero ser interior. Si es malo, sus facciones se verán envilecidas, malignas. Si es bueno: sus facciones lucirán más bellas. No lo intenten...

Todavía en la actualidad, los parasicólogos enseñan que los espejos son puertas a la segunda dimensión y seres de otros mundos acechan en ellos. Un consejo muy acertado es: no duerma con un espejo frente a su cama. Puede que al despertar, descubra un rostro extraño observándolo desde la luna ennegrecida. El mismo Feng sui, como tradición china, recomienda no poner espejos frente a su cama. En la actualidad, hasta las reglas chinas del I Ching recomiendan no tener un espejo frente a la cama donde duerme. Por algo será...

Creencias nada más, que esperamos no tomen muy a pecho; pero eso sí, ponga atención a las viejas supersticiones y trate con respeto y a la distancia el espejo de su cuarto. No por nada, antiguamente, cuando alguien moría, desde su velorio, cubrían con sábanas los espejos hasta terminar el Novenario. Los destapaban cuando se creía que ya el alma y las que habían llegado por ella, se habían ido.

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